viernes, 30 de marzo de 2007

6 p.m.

Ni un minuto más. Ya cierro todo y me voy. No veo la hora de llegar a casa. El día duró años. No me distraje nada, pensé todo el tiempo. Mauro llamó dos veces y no lo atendí. María ninguna. Yo no llamé a nadie. Me sé todos los detalles del capítulo de ayer, como si no me lo hubiera perdido. Rafa me trajo un marroc cuando volvió de su almuerzo. Y yo, por lo menos, no lloré.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me pregunto ... María ... tendría puesta esa blusa el día de la traición? Ese botón de nácar que solía estar abrochado ... seré yo, que estoy obsesionado, o en verdad se lo notaba un tanto desplazado, como con los hilos flojos, en el momento del estupor?
Será mi mirada la que siempre lo intuyó irregular, con los bordes filosos, amenazantes ..? Ese botón ... siempre me inquietó, sentí su entidad desde el primer día en que ella trajo puesta esa blusa ...

betina dijo...

cacho, ¿está insinuando que fue ella la que lo provocó? (me suena a típica defensa de género). De todas formas, imposible saberlo... ni usted ni yo lo sabremos nunca, creo.