martes, 27 de marzo de 2007

Me sobresaltó un trueno.

Siempre me sobresaltan los truenos. Los relámpagos no cumplen, en mi caso, la función de avisar lo que se viene. Yo me sobresalto igual. De todas formas, esta vez no vi la luz del relámpago antes de que estallara el ruido. Es que estaba muy dormida creo.
Se me abrieron los ojos de golpe, yo sé que se me abrieron de golpe. Pero es como tenerlos cerrados. Está todo oscuro. Totalmente oscuro. Miro para el costado y no encuentro las luces verdes de la hora que me orientan en medio de la noche desde la mesa de luz. No hay números. No tengo idea de la hora. No hay luz.
(estiré la mano buscando tu hombro, para darte vuelta despacio hasta que te acomodaras a mi cuerpo y te quedaras, cucharita, abrazándome fuerte, tanteé sólo una vez, no estabas)
Esta noche yo decidí dormir sola. Estoy muerta de miedo. A oscuras.
Afuera diluvia y yo estoy sola.

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