lunes, 18 de junio de 2007

Hace muchos días que llueve.

Desde acá casi no se diferencian los edificios del cielo. Es un paisaje todavía más monótono que el de costumbre.

De todas formas esta mañana para mí la lluvia funcionaba como una especie de imán que me obligaba a mirar todo el tiempo para afuera. Nunca me habían llamado tanto la atención esas oficinas de enfrente que tienen los vidrios como espejados. Será que el agua los mojaba y les daba un brillo distinto, no sé.
¿Querés o no? me preguntó Fabiola con el brazo extendido y el mate en la mano.
Sí, sí, perdón, no me había dado cuenta
.
Estás re colgada hoy, ¿en qué andás Flaca?
En la lluvia,
y sonreí. Estiré el brazo para llegar al mate y cuando lo traía hacia mí me choqué con la pierna de Rafa, que entraba a la oficina por la puerta que hay detrás de mi escritorio. Nos agachamos intentando hacer algo con el enchastre de yerba desparramada por la alfombra y él rozó con su dedo pulgar el mío, que todavía apretaba fuerte el mate como si fuera un trofeo. Está bien que hoy no me tocaba venir, pero no es para recibirme así ¿no?, hola nena, susurró con una sonrisa.
A mí no me salió nada mucho más ocurrente que una especie de no cómo vas a pensar eso disculpame es que no te había sentido entrar esperá que voy a buscar algo para limpiar esto perdoná en serio, así, todo junto y casi pegado a un beso tan torpe como el golpe con el mate en la pierna.
Todo eso mientras rebotaba desde mi cabeza hasta el medio de mi estómago ese hola nena y mis ojos se desviaban de los suyos de una manera casi grosera.

Cuando volví a la oficina todos lo rodeaban y lo escuchaban contar su reunión del viernes con el gerente ...vamos a tener que cambiar el acuerdo que hicimos, fijate, las cosas no están igual desde la auditoría del mes pasado, acá nadie dice nada claro pero las cosas no andan bien, cómo justifico yo la excepción que se venía haciendo con vos, vas a tener que venir todos los días... Y todos cabeceaban con gesto de reprobación y pedían más detalles de lo que habían hablado.
Aníbal, como siempre, lo primero que hizo fue putear contra el gerente que se la da de buenito pero a la primera de cambio, si tiene que salvarse solo no va a dudarlo ni un segundo y nos deja a todos en la calle sin el menor remordimiento. Y el resto asentía con la cabeza y se contagiaba de comentarios y ejemplos anteriores. Ya conocidos por todos.
¿Pero cómo vas a hacer, Rafa?, ¿vas a poder con el trabajo en el diario también?, si este tipo sabe bien cómo es tu situación, interrumpió Susana.
Qué se yo, no me queda otra, de alguna forma me voy a arreglar, pero sí, me parte al medio...
Todos siguieron opinando. Yo fui y vine de la oficina a la cocina dos veces, con el trapo y la yerba mojada y sin decir una sola palabra.

Al rato la oficina volvió al ritmo de siempre. Cada uno sentado en su escritorio, detrás de la pantalla que tiene asignada, con su teléfono y sus papeles. Porque acá adentro es así, todos somos una computadora con un código de acceso, un teléfono con un número de interno y un lugar que nunca cambiaremos hasta que nos cambien de lugar o dejemos de trabajar para la empresa.
Sin embargo, de vez en cuando volvía a hablarse del tema de Rafa y se deducían más consecuencias de la famosa auditoría.

Rafa me miró más de una vez, como lo hace desde hace tiempo, con esa mirada que pregunta o que dice cosas que los demás no entienden.
Yo, como desde aquél día que estuve en su casa, no pude hablarle ni con los ojos, ni con la voz, ni con nada.

El edificio de enfrente ya no brilla tanto como a la mañana. ¿Los que trabajan ahí, detrás de los espejos, sí podrán vernos a nosotros?, ¿cómo será vernos desde afuera? Ya falta poco para irnos y no deja de llover. Ese grupito que cruza la avenida, todos con los paraguas del mismo color, parecen de una publicidad. Qué graciosos que quedan.
Me voy a empapar. Para variar, no traje paraguas.

La pregunta de Rafa me despabiló: Flaca, ¿hasta cuándo me vas a seguir evitando?
Cuando levanto la vista y lo veo ahí, parado delante de mi escritorio, miro al rededor.
Ya se fueron todos.




(caetano canta y pregunta algo parecido en "sozinho")

16 comentarios:

Hipotermia dijo...

"Todo eso mientras rebotaba desde mi cabeza hasta el medio de mi estómago ese hola nena"
Ay, excelente, me hizo reir y me hizo acordar lo que se siente.
Como siempre, me encanta cada día más.

ojo rojo dijo...

es que el "hola nena" es para
derretirse. Ojalá mi chica no se empape, ojalá no se escape, aunque me imagino su cabecita...

Marcos dijo...

Creo que sin querer queriendo trae a la memoria aquel momento, que como dice usted, rebota desde la cabeza hasta el medio del estómago! Que lindo, que es... eso de sentirlo cada dos por tres, en ese momento especial, que para uno se transforma en Unico.

betina dijo...

hipot,
qué bueno haber oficiado de ayuda memoria (y gracias por las siempre presentes palabras de aliento, no vienen nada mal en este momento que nada de lo que hago me convence demasiado)

ojo, querido ojo,
me parece que la chica se empapó de una... (ups!)
-y gracias, gracias, miles de gracias por la mirada roja sobre las penas negras de hoy-

marcos!
qué linda e inesperada sorpresa tener al mejor guía de los parajes sureños por acá.
bienvenido y vuelva a pasar cuando guste o cuando la nieve no le deje asomar la nariz al parque y no encuentre mejor opoción.

Hipotermia dijo...

Es mucho más digno que una ayuda memoria, es como un perfume que sabe evocar una emoción.
Yo no puedo cantarte ahora canciones, pero si ayuda, yo creo que se trata de una onda cósmica, entre otras que fueron y vendrán. Quiero decir que estoy similar y dos casos ya me sirven para generalizar.
De todo modos te digo, soy abonada al malentendido, aunque no se comentar muy bien, porque me cabe y punto.
Y por más que no estés muy convencida, por piedad a tus lectores, no nos dejes sin la Flaca.
Un beso ooo o oh

Anónimo dijo...

desde el otro hemisferio digo hola, me presento ante la Flaca y le digo
que a las señales del estómago siempre hay que hacerle por lo menos algún caso.

Anónimo dijo...

¡Qué momento! Mariposas en el estómago, luces sobre ellos dos y nada más alrededor. ¿Y ahora?

¿Me permitís Betina saludar a un paisano de mis pagos? Quise pasar por su blog para conocerlo pero no tiene. Hola, Marcos: ¿así que sos guía?

Tommy Barban dijo...

Flaca, no sé si lo notaste pero sigue lloviendo, y esa oficina (y Rafa) te están quedando cada vez más chicos.

betina dijo...

bienvenido pedro p.,
y coincido. aunque no siempre se sabe señal de qué son exactamente, no?
(disculpe, y no lo tome a mal, pero ¿lo del hemisferio es por su ubicación geográfica o cerebral?)

lucy,
claro que te lo permito. ¿se conocerán? (chan!)
vamos a ver este chico cuando vuelve a pasar, no es muy computero me parece...

tommy,
ud. no estará mirando desde la oficina espejada de enfrente, no?

betina dijo...

hipo,
tu ooo o oh vuelve a servir de aliento para postear igual, me guste o no lo que salga (por lo menos mientras algo salga).

Anónimo dijo...

ah, no, esto no puede ser:
hay público,
hay público estable,
hay tiranía del público estable,
hay éxito, recepción, transferencia como quiera que sea
por eso no puede dejar de haber
malentendido!

Y a vos, flaca,
no dejes que llueva, te cantaría melero.

gracias digo yo

Anónimo dijo...

No me vas a dejar sin la Flaca y sus hombres!!! Te sigo desde la primera hora y lo sabes.
Encima justo ahora que quiero saber que pasa con Rafa. Vamos, esperamos mas y mas.
besito.
P.

Gabriel Perez Mardones dijo...

Mariposas aleteando en el vientre...
Todo este cúmulo de sensaciones coronando un día de lluvia...
Me encantó...
Un beso...
Gabriel...

betina dijo...

paul@ y gabriel,
me encanta que siempre vuelvan. gracias.

Anónimo dijo...

jajaja. nunca supe bien cual es el hemisferio cerebral que comanda cada cosa
así es que no sabría decirte desde que hemisferio te escribo
soy pedro, desde el hemisferio norte, y una amiga en común (silvia) me comentó sobre tu blog

betina dijo...

los amigos de silvia son más que bienvenidos al melentendido!
gracias por volver, pedro.