lunes, 10 de septiembre de 2007

Del otro lado

La cartera con el pasaje, el pasaporte, los lentes oscuros de llorar, el libro de Clarice, el cuaderno de hojas cuadriculadas y la birome. Y el portaguita para poner entre la pollera y la bombacha.
Ya está todo. No me olvido nada. Cierro la valija y listo. Madrid me espera.

Fue una noche eterna que sin embargo pasó rápido. Mejor que ni me acosté, así me duermo todo en el avión y tengo menos tiempo para pensar qué sería peor, si morir ahogada en el medio del Atlántico o incendiada en la explosión de la caída.
Menos tiempo para inventar imágenes que todavía no tengo del aeropuerto de Barajas y de cómo voy a llegar a la pensión con semejante valija a cuestas.
Menos tiempo para elaborar una teoría de por qué Rafa no vino a la despedida y ni siquiera me llamó ni me mandó un mensaje.

Mientras me bañé no dejaron de aparecerme las imágenes inventadas de los lugares a los que voy a ir, de la gente a la que voy a conocer, mezcladas con pensamientos del estilo de no puedo creer que este tipo se borre así a último momento, nunca voy a entender la cabeza de los hombres, y menos sus intenciones.

Justo cuando salí del baño tocó el timbre Paz.
Vamos nena, ¿qué hacés todavía sin cambiarte? Te estuve llamando porque estaba segura que te ibas a atrasar, dale, apurate.
No escuché, es que me estaba bañando.
Sí, sí, me imaginé, por eso me vine directamente. Tendría que haberte dicho que pasábamos media hora antes así no estábamos tan hasta las manos.
Bueno, pará, no me retes más que no es para tanto. Si ya tengo todo listo, mirá, ya estoy, ¿ves? Andá llamando el ascensor que me pongo las botas y bajamos.

Al salir, miré para un lado y otro del departamento. Chau casita, hasta la vuelta, dije en voz alta. Agarré las llaves y apagué la luz. Cuando estaba cerrando la puerta alcancé a ver la luz roja del contestador titilando.
El mensaje de Paz mientras me bañaba, pensé sin dudarlo. Cerré la puerta y me fui.

En medio de la fila para despachar el equipaje, le pregunté a Paz si sólo me llamó para avisarme que venían o si había dejado algo más en el contestador.
¿Qué contestador?, yo no te dejé ningún mensaje en el contestador.
¿Cómo que no?, ¿en serio no fuiste vos?, bancame acá, ya vengo.
Pará loca, ¿a dónde vas?

Busqué un teléfono y llamé a casa. Y sí, el del contestador era Rafa. Escuché su mensaje. Corté y volví a llamar para escucharlo una vez más. Dudé en llamarlo, pero ¿qué le iba a decir?, ¿que no lo llamé porque lo esperé y como no vino pensé que prefería no verme?
¿Le iba a decir que corra a buscarme para que me quede con él?, ¿o que me espere, que si lo que nos pasa es realmente fuerte, tiene que poder superar esta distancia?
¿Lo iba a llamar para decirle que sí, que yo también...?
No, Flaca, los cuentos de princesas no existen. Y las películas de Hollywood son eso, películas de Hollywood.

No hizo falta explicarle nada a Paz cuando volví. Sólo me preguntó si estaba bien y me apretó fuerte la mano.
Mientras hacía los trámites mi pulso hacía temblar todo lo que agarraba. Pero las lágrimas no cayeron.

La despedida fue como suelen ser las despedidas en los aeropuertos. Llenas de gente extraña empujando en el medio de los abrazos y los besos empapados de augurios y recomendaciones.
Y fue como suele pasar en esas situaciones, en que todo transcurre en un tiempo distinto al de otros momentos. En el que todo se acelera hasta el momento en que cruzás la puerta que los deja a todos ellos allá, saludándote, y a vos acá, del otro lado de la puerta, empezando tu viaje del que todavía no sabés más que el lugar de destino.
Allá están Paz, Pablo, Fabiola y un montón de gente que no conozco. Y acá solamente estoy yo, con mi pasaje en la mano y a punto de embarcar.

Empieza el viaje, Flaca.
Mañana vas a estar en una nueva ciudad, en un nuevo trabajo, en una nueva casa, en una nueva cama.

No hay vuelta atrás.



20 comentarios:

betina dijo...

marisa monte - "o que me emporta"

absurda y efímera dijo...

uia, qué bueno, betina.
entré y leí esto último. en su momento también leí el principio. me falta lo del medio.

Tommy Barban dijo...

Yo no me apuraría tanto en llegar a destino, en los aviones se conoce gente.

Anónimo dijo...

un amor necesita un viaje.

para mí, es un augurio que de
rafa no se haya despedido.

piscica dijo...

Bueno, aunque por ahí está entredicho, a mí me gustaría saber qué dice Rafa en el contestador. Suerte que le tecnología permite levantar los mensajes desde otro teléfono.
Siempre está ese tire y afloje, esa dudita estorbando la mente. Pero insisto (y esto es amor también) con que la Flaca necesita un nuevo lugar donde apoyar los pies, aunque más no sea para luego volver.

Ah, y qué hermoso detalle que ella se lleve un libro de Clarice...

Anónimo dijo...

Bravo por la Flaca que se fue sin uno ni el otro!!!!

Bravo, Betina, por sacarle las ataduras.

Ahora queremos que las experiencias en España nos tengan tan en vilo como sus dos puntas en Buenos Aires, eh!

Saluds!
P.

Anónimo dijo...

me quiero comprar un pasaje.
escena universal escuchar repetidas veces el mensaje del contestador. ¿lo borró?

betina dijo...

absurda, ah, no! me lo lee todo para la próxima m'hijita.

tommy, totalmente de acuerdo, es posible
(pero igual lo suyo siempre tiene un toque cinematográfico)

ojo, vos viste cómo es esto de dejar algo pendiente...

píscica, el libro de clarice fue un claro homenaje (y vos sabés de qué hablo)

paul@, vamos a ver qué hace la flaca, si se comunica o no desde españa y cuenta de qué le va la cosa por allá, no?

syp! mmm... no creo que se pierda la oportunidad de volver a escucharlo así como así
(vos lo hubieses borrado?)

Anónimo dijo...

Haciendo la tarea. Y no puedo evitar ir de atrás hacia el principio.

Cuando lo terminó de decir ya estaba frente su escritorio.
Y a la flor.


Excelente.

Anónimo dijo...

cuando alguna frase que uno escribe impacta en otro y encima te lo dice, ¿no es inevitable sentir, por un instante, algo muy cercano a la felicidad?
(gracias, absurda, por volver y por decir)

Anónimo dijo...

Lleva la Flaca el libro de Clarice Lispector? Que rara coincidencia. Tommy tiene razón, en los aviones se conoce gente.

Anónimo dijo...

no me intrigue, mellizo ¿por qué la coincidencia?

Anónimo dijo...

Felicidad clandestina.... hablando de Clarice...

Tommy Barban dijo...

Y en el buquebus tambien. Ya lo dijo Dora, para enamorarse hay que tomar transporte público.

Anónimo dijo...

tommy, decile a dora que vivo viajando en bondi, y nada... nada de nada.

Anónimo dijo...

Porque no mucha gente lee a Clarice Lispector, Betina.

betina dijo...

ahora entiendo...yo viajo poco en transporte público...

en cuanto a clarice, debo decir que, como pocos, logra llegar a mis emociones más variadas.
con ella me reí, lloré, me apiadé, deseé, sonreí, entristecí...

(sí, absurda, es tal cual!!)

Anónimo dijo...

¡hay un capítulo más! venía a retribuir la visita y lo encontré. no sabés qué contenta me puse, betina. y qué intrigada me qudo ahora.

Anónimo dijo...

uf, cronista, ahora voy a tener que esmerarme para no desilusionarte cuando te saques la intriga!
(gracias por pasar, un beso)

Anónimo dijo...

Estás más desaparecida que yo, Betina querida.

Y eso que aparecí.

A bientôt!